La medicina en la Colonia Augusta Emerita, de Ana Bejarano Osorio
INTRODUCCIÓN
Esta publicación nace del interés que, por cuestiones personales y, porqué no, también familiares, siempre me ha suscitado la Medicina, el ars medicina, como ciencia destinada a cuidar y mantener la salud y el bienestar del ser humano.
La Medicina, pese a ser una ciencia relativamente alejada de mi profesión, es un campo que he podido explorar, además de por preferencias particulares, gracias a los hallazgos arqueológicos (casualidades de la vida) vinculados a esta vital labor en el mundo antiguo. En concreto, me refiero a la fortuna de haber podido excavar las tumbas de dos galenos emeritenses, sepultados con sus correspondientes depósitos funerarios, que ejercieron en la Colonia Augusta Emerita durante los siglos I-II d.C.
Será el descubrimiento de estas sepulturas y los instrumentales médico-quirúrgicos y farmacéuticos en ellas localizados, a los que sumar la serie de objetos aparecidos a lo largo de estos últimos años, y que forman parte de los fondos del CCMM y del MNAR, lo que me llevó a plantear el análisis y estudio pormenorizado de una disciplina tan fundamental para la vida como es la medicina, y para este caso, la ejercida en Augusta Emerita.
El estudio de los materiales que forman parte de los fondos del CCMM y MNAR se ha realizado en base a una serie de consideraciones previas que van en la línea de la identificación e interpretación del objeto o instrumento. En este sentido, inicialmente se nos planteaba un problema, tratado por numerosos especialistas, como era la correcta identificación, o no, de un objeto como “instrumental médico”.
Recientes estudios han puesto de manifiesto cómo las tipologías empleadas para catalogar objetos como instrumental quirúrgico, tienen su asiento en clasificaciones modernas que no encuentran su reflejo en las fuentes clásicas. Tradicionalmente, la mayor parte de estos útiles, catalogados en los fondos de museos, colecciones o instituciones varias, se suelen dividir en instrumental médico o de tocador.
Estas dos categorías, se reflejan en las piezas analizadas para la ciudad de Mérida donde, en determinados casos, nos encontramos con la consiguiente problemática a la hora de establecer de forma clara y precisa cada función, agravada por el hecho de que mucho material procede de los “fondos antiguos” y por lo tanto carece de contexto o registro arqueológico adecuado.
Ante esta falta de contexto arqueológico, parte de estos objetos definidos como “médicos” aparecen por tanto incluidos en este grupo cerrado lo que los excluye, sin criterio, de otras opciones (objetos de tocador, para pintura, curtiduría, madera, armamento etc.). En esta línea, hemos identificado abundantes útiles, como las cyathiscomeles, pinzas, auriscalpia, sondas dobles, cuchillos, agujas, etc., que poseían un carácter multifuncional, característica ya descrita por los autores clásicos.
Atendiendo a esta clasificación, hemos optado por partir de una premisa básica, que se traduce en un simple hecho: un objeto descontextualizado, con múltiples funciones, no debe ser catalogado e interpretado, únicamente, como instrumental médico, salvo que éste sea totalmente verificado (ya sea por el contexto de su hallazgo o por su diseño).
A partir de este planteamiento, y consultadas las bases de datos del CCMM y MNAR, se ha revisado críticamente el listado de aquellos materiales que estaban englobados bajo el epígrafe “médico”, e igualmente los susceptibles de poder encuadrarse en dicha categoría.
Extrapolando y analizando estos datos, encontramos dos realidades distintas. De una parte, los almacenados en el CCMM, un extenso listado de objetos, mayoritariamente contextualizados ya que proceden de recientes intervenciones arqueológicas sistemáticas. Una correcta identificación de éstos reduce el número de instrumentos médicos a los hallados en contextos cerrados, en este caso tumbas, ya que el resto se localizan fundamentalmente en conjuntos asignados como objetos de tocador o bien ligado a otras profesiones. Por otra parte, tenemos un listado de más de 223 objetos en los fondos del MNAR encuadrados en el epígrafe “instrumental médico” que, a excepción de los conjuntos completos de dos tumbas de médicos, son mayoritariamente objetos descontextualizados, carentes de identificación arqueológica concreta. Muchos de estos útiles, a tenor de lo observado con los registros materiales del CCMM, serían susceptibles de englobarse en otros epígrafes.
Con toda esta documentación analizada, el estudio de la medicina en Augusta Emerita, vista a través de sus objetos materiales, lo hemos sustentado en la realidad arqueológica impuesta por la presencia de cinco conjuntos cerrados (cinco sepulturas excavadas metodológicamente), los procedentes de colecciones particulares, claramente identificados en su origen, a los que sumar aquellos que, aunque descontextualizados, muestran claramente un indudable uso médico y/o farmacéutico. De este modo, el número de objetos examinados se ha reducido considerablemente ya que hemos descartado aquellos multifuncionales y carentes de criterio y contexto, es decir, los que no se pueden catalogar sólo como “instrumentos médicos”.
Esta publicación se inicia con un capítulo donde se exponen y analizan todos los materiales que formaban parte de los citados depósitos funerarios asociados a las cinco tumbas identificadas como “de médicos”. Dos sepulturas que tuve la fortuna de excavar, una de ellas inédita; las dos ya conocidas, cuyos materiales se exponen actualmente en el MNAR, y una quinta sepultura, de referencias imprecisas. A estas cinco tumbas hemos añadido los materiales “médicos” procedentes de una colección particular.
Para este trabajo ha sido fundamental el soporte epigráfico. Por ello, a las tumbas anteriormente mencionadas hay que añadir la presencia de seis epígrafes funerarios registrados, y el considerable número de instrumentales descontextualizados que hacen de Mérida, sin duda, uno de los conjuntos más ricos en testimonios y materiales relacionados con el mundo de la medicina en todo el Imperio Romano.
A esta exposición inicial de los datos arqueológicos le sucede un exhaustivo, aunque abreviado por las características de esta publicación, análisis de los diversos instrumentos en función de su tipología, funcionalidad y cronología. Para este capítulo analítico nos hemos apoyado en la cuantiosa bibliografía “médica” romana, y en el trabajo de campo con la revisión de los fondos regionales procedentes del CCMM, MNAR y los Museos Arqueológicos provinciales de Badajoz y Cáceres.
Con el fin de no plantear errores interpretativos, en esta disertación y a la hora de establecer paralelos, únicamente nos hemos remitido a contextos cerrados y, en aquellos casos donde aparecen materiales aislados, sólo los objetos cuya fisonomía les otorga un carácter médico (escalpelos, ágrafes, agujas de cataratas, espéculos, etc.).
Tras el estudio del instrumentaria médico, el siguiente capítulo se lo dedicamos a la Farmacéutica, actividad que durante el Altoimperio era complementaria de la medicina. En este apartado, debemos enfatizar la realización de una completa analítica de los componentes, (pastillas y polvos), aparecidos en el interior de una caja de medicamentos hallada en una de las tumbas excavadas, caja que, hasta la fecha, es un unicum en la Península Ibérica. Este análisis ha sido posible gracias a la colaboración del IPHE y, sobre todo, a José Vicente Navarro, técnico del Laboratorio de Análisis de Materiales de dicha institución, que ha realizado un pormenorizado estudio de las sustancias extraídas de la caja. Ello ha permitido, siguiendo a las fuentes clásicas y con las semejanzas de otros casos conocidos, poder dictaminar el uso médico de los componentes de dicha caja.
Como capítulo final, y a la luz de todos estos datos arqueológicos complementados con las fuentes clásicas, hemos intentado aproximarnos al fascinante mundo de los médicos en la Augusta Emerita de los s. I-II d.C. y ofrecer otra visión de la Colonia que, como capital de la Provincia Lusitania, también fue un referente para los profesionales de la medicina.